Un compinche enfadado y un oficial con escrúpulos dinamitaron la red de tráfico de diamantes, oro y drogas tejida por militares portugueses integrados en la misión humanitaria de la ONU en la República Centroafricana. La trama salió a la luz esta semana, cuando se anunció la detención de 11 personas, civiles y militares, dentro de la Operación Miríade, que dejó perplejas a las principales autoridades portuguesas, que se enteraron por la prensa.
El hecho de que el ministro de Defensa, João Gomes Cravinho, no hubiese informado al primer ministro, António Costa, ni al presidente de la República, Marcelo Rebelo de Sousa, que es el comandante supremo de las Fuerzas Armadas, ha desatado otra tormenta política en Portugal, donde las tormentas políticas comienzan a dejar de ser extrañas. La oposición, que ya calienta motores para las elecciones anticipadas del próximo 30 de enero, ha pedido la comparecencia de Gomes Cravinho, cuyo departamento sí comunicó a la ONU la investigación abierta.